Planeta sano, gente sana

Juan Carlos del Olmo es Secretario General de WWF España.

La naturaleza es básica para nuestro bienestar físico y emocional. Lo hemos vivido durante la pandemia, cuando todo el mundo deseaba tener un espacio verde al que salir y respirar. Pero, además, la naturaleza y los ecosistemas trabajan gratis para nosotros todos los días del año, produciendo oxígeno, agua, suelo y alimentos a cambio de nada. Solamente con conservarlos tenemos una fábrica que nos da todo lo que necesitamos para vivir.

¿Qué está pasando con los ecosistemas en todo el mundo? Si nos fijamos en la situación de los vertebrados en el mundo –mamíferos, aves, peces, anfibios, reptiles…– veremos que en solamente 50 años sus poblaciones se han reducido casi en un 70 %. Sin embargo, no todas las poblaciones de animales han descendido igual. Las que más lo han hecho en todo el planeta son las especies de agua dulce, en un 85 %. Las especies que viven en los ríos, las zonas húmedas, etc., porque son los ecosistemas más presionados y alterados.

¿Qué quiere decir esto? Estas especies funcionan como bioindicadores de la calidad de los ambientes dónde viven. Por eso, sabiendo qué está ocurriendo a estas especies, midiendo esas poblaciones, sabemos qué está pasando con los ecosistemas de los que también nosotros dependemos para nuestra vida. Sabemos que los más amenazados en este momento, por ejemplo, son los ríos, humedales y acuíferos de los que depende nuestra salud, nuestra agricultura y que son la base de nuestra economía.

¿Cuáles son las presiones que están provocando la degradación de los ecosistemas? Son muchas y muy variadas. Debemos hablar de la gran aceleración, un concepto que hace referencia a cómo, en los últimos 50 años, la presión del ser humano sobre la naturaleza ha crecido sin control. Por ejemplo, el consumo de agua en el mundo ha crecido de forma exponencial y para ello también la construcción de grandes presas, fragmentando y alterando la ecología de la mayoría de los ríos del planeta. El transporte ha crecido, pero también la captura de los peces marinos. Ha crecido de forma alarmante la pérdida de bosque tropical, y el almacenamiento de CO2 en la atmósfera. Es decir, hay una gran cantidad de presiones sobre la naturaleza, sobre los ecosistemas, que ahora debemos revertir.

En España tenemos una enorme oportunidad porque aún somos un país muy rico en biodiversidad. Tenemos un tesoro: una enorme diversidad de ecosistemas motivada por nuestra orografía y por encontrarnos entre Europa y África, con muchas montañas, tres mares y océanos, once islas grandes y muchísimas otras pequeñas. Es un auténtico lujo para nosotros como ciudadanos vivir en un país así, rodeados de más de 85.000 especies, muchas de ellas endémicas.

Si lo vemos desde el punto de vista legal, España es uno de los países con más superficie protegida, con el 36 % de su territorio terrestre, el 12 % de su territorio marino y contamos con unos 1.950 espacios protegidos.

Sin embargo, la protección legal no ha sido suficiente para detener la pérdida de biodiversidad. La red de protección de la naturaleza que se extiende por toda Europa, la Red Natura 2000, no ha logrado detener la destrucción de los ecosistemas. ¿Por qué? Porque no sólo se trata de proteger, sino de cambiar las numerosas políticas que influyen en la conservación de estos ecosistemas.

Detengámonos en tres ecosistemas para ver cuáles son sus principales amenazas: los ecosistemas acuáticos, los océanos y los bosques. 

Ecosistemas de agua

Los ecosistemas de agua nos deberían preocupar especialmente, porque España está y va a estar en el epicentro del cambio climático, en lo que muchos expertos llaman la zona cero del cambio climático, y el agua es el recurso que más severamente va a sufrir su impacto. Ya se ha reducido la cantidad de agua disponible en un 20% en algunas cuencas hidrográficas y esta es una tendencia que va a continuar.

¿Cuáles son las grandes amenazas sobre los ecosistemas de agua en este momento? En primer lugar, el crecimiento de la agricultura intensiva en nuestro país. La mayor parte del agua, entre un 75 % y un 80 %, incluso en algunas cuencas hidrográficas, un 90 %, no la consumen los ciudadanos, sino la agricultura intensiva. Vamos hacia un modelo de agricultura que es totalmente demandante en agua, en un país mediterráneo que además va a sufrir impactos muy climáticos muy severos.

Otro de los grandes problemas es la contaminación. Tenemos la mayor parte de los ríos en su tramo medio y bajo contaminados, y el 40% de los acuíferos contaminados por nitratos. Disponemos cada vez de menos agua y la demanda no para de crecer a la vez que la seguimos contaminándola.

Los ríos están entre los ecosistemas más amenazados. Además de sobreexplotados y contaminados, nuestros ríos están altamente fragmentados. Somos uno de los países con más presas por habitante en el mundo, además de miles y miles de obstáculos artificiales que alteran la ecología y la dinámica de los ríos de España. Restaurar los ríos y eliminar gradualmente estos obstáculos es vital para disponer de agua y ríos resilientes al cambio climático en el futuro.

Otro de los grandes problemas es el uso ilegal y el robo de agua, un delito generalizado que ocurre cada día ante nuestros ojos y los de las administraciones responsables. Nadie lo sabe con exactitud, pero se calcula que hay entre medio millón y un millón de pozos ilegales en España expoliando un recurso público tan valioso y estratégico como el agua.

Por otra parte, la restauración de los ecosistemas de agua dulce ofrece una enorme oportunidad para la sociedad, porque nos proveen de servicios fundamentales como, por ejemplo, el almacenamiento de carbono, el turismo, la pesca y son una fuente inagotable de empleo local.

Ecosistemas marinos

Somos un país marítimo, aunque vivimos de espaldas al mar estamos rodeados de agua salada casi por todos los lados. Pero están amenazados por la sobrepesca, prácticamente todos los stocks de peces comerciales en nuestras aguas, como la merluza, los salmonetes, etc., están en peligro por la sobrepesca, especialmente por la pesca industrial.

Otro grave problema son las presiones procedentes de diferentes industrias. El tráfico marítimo que no deja de crecer, o las exploraciones de petróleo y gas, que por suerte se han prohibido en nuestras aguas territoriales gracias a la Ley de Cambio Climático recientemente aprobada. Pero también son preocupantes nuevos impactos como la acuicultura a gran escala o la industria eólica que próximamente se instalará en el mar.

Pero, además, nuestros océanos están aún muy desprotegidos. Tenemos sólo un 12 % de la superficie marina protegida legalmente, pero debemos avanzar al menos hasta un 30 % para 2030. Además, el 60 % de los ecosistemas costeros están destruidos o gravemente alterados, sobre todo por el urbanismo salvaje que se ha practicado en las últimas décadas en nuestro país.

¿Qué oportunidades hay para conservar los océanos? Son muchas, pero desde luego una de las grandes apuestas debería ser proteger y potenciar la pesca artesanal y sostenible, que genera empleo en las comunidades costeras y deben ser los protagonistas de la gestión sostenible de los recursos marinos de los que dependen.

Ecosistemas forestales

Pocas personas saben que España es el segundo país con más superficie forestal potencial de Europa después de Suecia pero, a la vez, que nuestro país se está desertizando muy rápidamente, de hecho el 70 % de nuestro territorio está en riesgo de desertificación por el cambio climático

Una de las consecuencias más evidentes del cambio climático es el aumento de incendios forestales con una media de doce mil incendios o conatos de incendios cada año. Son incendios que normalmente se apagan muy rápido, por la profesionalización de los equipos de extinción y porque la mayoría de los recursos públicos se dirigen hacia la extinción, pero no hacia la prevención. Esto provoca que en solo el 1 % de los incendios de nuestro país se queme el 40 % de la superficie que arde cada año y es un problema en aumento debido a la falta de gestión forestal y el aumento de las condiciones climatológicas extremas provocadas por el cambio climático.

Las causas de este proceso tienen mucho que ver con el abandono de los montes y la despoblación. El aprovechamiento sostenible de los productos forestales y la ganadería extensiva son esenciales para hacer frente a esta tendencia  al contribuir a controlar la vegetación y prevenir los incendios forestales. Pero también aquí sigue faltando una apuesta a gran escala para restaurar nuestros bosques y recuperar todos los servicios ecosistémicos que nos aportan.

¿Qué oportunidades hay para la protección de los bosques? Muchísimas. En primer lugar, de generación de empleo. Estamos realizando un estudio en el que se muestra que la restauración de los bosques puede generar miles y miles de empleos en España sólo con la restauración ecológica. Además, nuestros bosques no nos proveen solo de madera, hay muchos otros aprovechamientos alrededor de los bosques: gastronomía, turismo, energía, agua, corcho… que debemos potenciar.

Horizontes

Estamos en un momento absolutamente clave para la humanidad, en un cruce de caminos y en un momento de transición: tenemos que decidir si vamos en la dirección del desastre o si cambiamos el rumbo de nuestro destino. Para eso es vital cuidar los ecosistemas y nos encontramos en un momento muy interesante para conseguirlo, porque por primera vez hay más conciencia en la sociedad sobre el impacto del cambio climático y sobre la importancia de proteger la naturaleza para nuestro propio futuro.

Europa ha lanzado una apuesta muy fuerte por lo que llama el Pacto Verde Europeo, el European Green Deal. Es decir, girar hacia la sostenibilidad en todas las políticas y apostar por el cuidado de la naturaleza y está prevista una fuerte inversión en la transición ecológica y la restauración de los ecosistemas.

Además, disponemos de un marco legal internacional con el Acuerdo de París y una legislación en España avanzada que se debe cumplir. La Ley de Cambio Climático, la Ley de protección de la biodiversidad, una Estrategia de adaptación al cambio climático, una Estrategia para la conectividad de los ecosistemas y muchas otras más. 

Estamos en la década de la restauración ecológica de Naciones Unidas. Muchos países se han comprometido a apostar por la restauración ecológica como una herramienta de prevención contra el cambio climático, de generación de nuevos yacimientos de empleo, etc. Es una apuesta mundial por restaurar los ecosistemas, cuidarlos y restaurarlos adecuadamente. Y tenemos recursos por primera vez, porque además de los presupuestos ordinarios, que deberían aumentarse, deberían utilizarse muchos de los fondos europeos Next Generation, de los cuales el 40% debe destinarse a la transición ecológica y una parte importante puede ir para la protección y restauración de los ecosistemas.

La naturaleza es nuestro mayor capital natural, es nuestro mayor activo económico y no hay duda de que en el futuro, cuidar la naturaleza, protegerla, gestionarla adecuadamente y restaurarla será uno de los mayores activos económicos y de generación de empleo en nuestro país y a nivel mundial.