Beatriz Hervella Nogueira, Portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y Punto focal de investigación y servicios relacionados con la salud con la OMM en AEMET
Nos encontramos inmersos en el cambio climático y sus consecuencias son ya visibles. A lo largo de los años, los modelos de predicción nos han permitido anticipar con relativa eficacia la situación en la que hoy estamos. Si lo han hecho hasta ahora, podemos confiar con una probabilidad alta en que seguirán haciéndolo en el futuro.
Para que un modelo de predicción sea eficiente, se necesita incorporar la mayor cantidad de información posible o, por lo menos, reducir al máximo sus incertidumbres; frente al cambio climático, la principal incertidumbre radica en el ritmo al que podríamos seguir emitiendo gases de efecto invernadero. Para poder establecer predicciones con este patrón de incertidumbre, lo que se hace es trabajar sobre varios grupos de modelos y establecer distintos escenarios de emisión para cada modelo.
Nos vamos a restringir al estudio de dos escenarios diferentes, uno intermedio y otro más pesimista. El primero de ellos, al que hemos llamado intermedio, se habría construido asumiendo una reducción moderada de gases de efecto invernadero a lo largo del siglo y supone, además, la situación en la que nos encontramos, la senda que prácticamente estamos siguiendo en la actualidad. El escenario pesimista correspondería a uno en el que no se hubieran realizado acciones de mitigación y a lo largo del siglo se asumiera que las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado.
Los modelos típicos con los que se trabaja suelen generar y ofrecer resultados a escala global, son informaciones muy someras que no van al detalle. Para obtener información más específica, como por ejemplo para poder predecir lo que ocurriría en España, se aplican técnicas de regionalización; éstas se realizan o bien a través de métodos estadísticos, u otra opción sería utilizar modelos globales e ir incorporando un modelo dentro de otro sucesivamente hasta llegar al grado de regionalización que necesitamos. Cada vez que se incorpora un modelo, se trabaja con un área más pequeña y se ofrece información más detallada de la zona a estudiar.
Cabe destacar que en el estudio de proyecciones de cambio climático, es a partir del año 2050 cuando los modelos, con sus distintos escenarios, empiezan a ofrecer soluciones realmente distintas. Estas soluciones tienden a ser drásticamente diferentes hacia finales de siglo.
No quiere decir que antes de 2050 no haya diferencias entre las proyecciones, pero es a partir de esa fecha cuando se agudizan. Este aumento en la variación está relacionado con la cantidad de gases de efecto invernadero que ya hemos emitido a la atmósfera y que permanecerán allí por mucho tiempo. Aunque frenemos nuestras emisiones, la desaceleración no tiene un efecto inmediato pues hay tanto acumulado en la atmósfera que tenemos que esperar cierto tiempo a que lo acumulado desaparezca; aunque dejemos de aportar agua a nuestro vaso, tenemos que conseguir primero que se vacíe lo que ya contiene. Es por ello, que es a partir de 2050 cuando en los distintos escenarios y consecuentemente a lo que hayamos o no dejado de emitir en mayor o menor medida, se nota de forma significativa en lo que esperamos que ocurra.
Una España cada vez más calurosa
Tanto los escenarios de proyecciones intermedias como los de proyecciones más pesimistas nos indican que en el futuro España experimentará un incremento de las temperaturas.
Un escenario intermedio nos proyecta en 2050 un incremento de la temperatura que se traduce en 7 días más de los que ya tenemos en la actualidad por encima de los 40 grados al año. Este mismo escenario nos dice que para 2100 tendríamos 11 días más por encima de los 40 grados.
Un escenario pesimista refleja un incremento de 10 días para 2050 y de 25 días para 2100.
Cabe destacar que estos escenarios se refieren a medias nacionales, lo que indica que, en zonas más cálidas, como el sur de España, el número de días será todavía más elevado.
Además, ambos escenarios nos indican una reducción en la cantidad anual de precipitaciones estimadas en torno a un 10 % en 2100 en el escenario intermedio y un 20 % en el escenario más pesimista. Pero, sobre todo, nos indican un aumento de los periodos secos prediciendo en el escenario intermedio, que el número de días consecutivos sin que llueva podría ser en torno a 10 para 2100 mientras que en el escenario pesimista sería de 20. Se predicen menos días sin lluvia y una cierta tendencia a que cuando llueva, sean lluvias más intensas.
El Atlas Interactivo del Panel Intergubernamental de Cambio Climático ofrece en su web la posibilidad de analizar este tipo de escenarios.
En resumen, las proyecciones a futuro nos hablan de una España más cálida, con menos recursos hídricos y más árida. El grado de intensidad depende de nosotros y de nuestra capacidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para conseguir llegar a escenarios lo menos hostiles posibles para la humanidad.