Entrevista con Conchi Piñeiro, coordinadora del equipo de facilitación de la Asamblea Ciudadana para el Clima.
¿Quién forma parte de la Asamblea?
La Asamblea Ciudadana para el Clima está conformada por 100 ciudadanas y ciudadanos de una composición muy diversa en género y tamaño de población, edad, nivel socioeconómico, estudios… Es una muestra estratificada que representa una mini España, teniendo en cuenta todos estos rasgos.
¿Cómo viviste la primera sesión como facilitadora?
La primera sesión fue la sesión cero, de toma de contacto y de inicio tecnológico para muchas personas, ya que hemos tenido que trabajar con la brecha digital. En la sesión cero se acordaron una serie de pautas y de normas de participación, y fue también un ensayo para que la gente pudiera empezar a participar en un espacio online. Antes de eso, hubo que hacer un taller previo, online, sobre cómo conectarse. Hubo que mandar ordenadores a la gente que no tenía ordenador, conexión a la gente que no tenía conexión a internet. Ese gran proceso de adaptación y de facilitación de medios tecnológicos para que la gente pudiera participar da una idea de la diversidad de la Asamblea.
¿Cómo se diseñaron las sesiones para facilitar la participación?
Las sesiones uno y dos fueron un proceso de toma de contacto con diferentes puntos de vista, desde distintas informaciones científicas, todas ellas de base, para poder deliberar en un mismo plano de conocimientos básicos, comunes para toda la ciudadanía que formaba parte de la Asamblea. Fueron sesiones de información y conocimiento. Después llegó la fase de deliberación, la de construcción de propuestas, y finalmente la fase de votaciones. El proceso está diseñado para que, al llegar a la deliberación, todo el mundo pudiera contar con un conocimiento básico común y pudiera debatir desde ahí. Aunque durante la deliberación también se ha tenido que ir proveyendo distinta información que pudiera mejorar las propuestas y responder a las dudas.
¿Cómo evolucionaron las sesiones?
Creo que una de las cosas más interesantes del proceso ha sido el alto grado de compromiso de la ciudadanía. Hasta la sesión tres hubo algunas sustituciones de personas que por diversas causas tenían que dejar la Asamblea, pero al final hemos llegado a ser 99 personas en la quinta sesión, y en la sesión seis estábamos 75 personas en presencial y 17 online, una sesión además cuya fecha no estaba acordada previamente y que fue algo que votó de la ciudadanía. Para mí es súper emocionante el alto grado de compromiso que se ha ido forjando a medida que la Asamblea iba avanzando. Ha sido ver a gente que era la primera vez en su vida que estaba debatiendo sobre este tema, o accediendo a información científica y profunda sobre este tema. Y a lo largo del proceso, llegar a este momento de decir, “yo es que estas propuestas las quiero llevar a presentar al gobierno autonómico o a mi localidad o a la asociación de no sé qué”. Ese grado de apropiación y de compromiso con las propuestas para mí es lo que más habla de la Asamblea.
¿Qué ha supuesto para ti participar en la Asamblea?
Es un proceso de gran aprendizaje. Es el primer ejercicio de democracia deliberativa en el Estado español de este calado. Y para mí es un gran honor ser parte de este gran proyecto, de esta aventura, de esta iniciativa colectiva. Es una primera asamblea de la que espero que haya muchas más y de la cual hemos aprendido un montón de cosas para las siguientes.
¿Cuál ha sido el papel del equipo técnico en el proceso?
Desde que se planteó la Asamblea estaba claro que tenía que haber un equipo técnico detrás, muy comprometido con ella. Porque una cosa es el plan inicial y otra cosa es lo que va sucediendo, y para poder llevarlo a cabo se requiere de un equipo que se lo crea. Y su papel ha sido creérselo tanto como las y los asambleístas, para poder ir superando los distintos retos que iban surgiendo en el camino. Creo que tanto el equipo técnico como las y los asambleístas lo han dado todo y por eso estamos aquí.
¿Qué funciones teníais?
Nuestro papel ha sido pensar en qué objetivos teníamos que tener para llegar al escenario de acabar con unas recomendaciones aprobadas. Diseñar las sesiones, sesión a sesión, e ir generando esa capacidad de dar respuesta a la gran pregunta de la que parte la Asamblea. Para eso, el proceso tenía que ir cumpliendo una serie de objetivos: que todas las ciudadanas y ciudadanos tuvieran la información suficiente para deliberar, que las deliberaciones tuvieran el suficiente espacio, calidad, argumentos, dar el apoyo necesario, generar las condiciones para que todo el mundo pudiera participar por igual, ya fuese a través de la palabra o mediante otras formas de expresión. El diseño de las sesiones ha tenido en cuenta la diversidad de la Asamblea, el cumplimiento de objetivos y el cuidar que durante el proceso las personas pudieran enterarse de lo que estaba pasando, participar, respetarse entre sí y llegar a un resultado que fuera muy valioso, que son las recomendaciones.