Santos Casado de Otaola, doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Madrid. Trabaja en la Fundación Fernando González Bernáldez y es Profesor Asociado del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid.
La ciencia es importante para el desarrollo humano. Todos los ciudadanos podemos tener razones para acercarnos, para escuchar lo que la ciencia tenga que decirnos. Ese acercamiento puede deberse simplemente a nuestra curiosidad intelectual, pero también es posible que nos interesen los conocimientos que la ciencia aporta porque estamos intentando dar respuesta a un problema. Un problema, sin ir más lejos, como el planteado en la Asamblea Ciudadana para el Clima, en la que se trata de responder a una pregunta crucial. ¿Cómo podemos conseguir una España más segura y justa ante el cambio climático?
Para hallar respuestas a esta pregunta, o al menos aproximarnos a ello, la información que la ciencia puede aportarnos es fundamental. La ciencia nos aporta la mejor información disponible sobre el mundo que nos rodea. Porque en el fondo la ciencia es eso, es el modo en el que la sociedad se dota de la mejor información posible sobre nuestro entorno, sobre el mundo, las cosas que contiene y los procesos que en él se desarrollan.
Para entenderla necesitamos que los científicos nos hablen en un lenguaje que podamos entender, en un lenguaje accesible. Lo pueden hacer los propios científicos o bien otras personas que actúan como divulgadoras y desempeñan así un papel de mediadoras entre el mundo de la ciencia y otros públicos no especializados. También pueden tener ese papel mediador los periodistas, o incluso activistas que, por sus propios intereses, se han esforzado en entender un problema y que luego ayudan a divulgar la información relevante.
¿Qué podemos esperar de la ciencia y qué no deberíamos esperar?
A veces parece que esperamos de la ciencia demasiado. Esperamos que nos proporcione certezas absolutas sobre prácticamente todo. Pero la ciencia no funciona así. La ciencia no es algo monolítico o uniforme que tenga una certeza absoluta sobre todas las cosas que examina.
La ciencia es un proceso variado, cambiante, que está en continuo movimiento, explorando distintas áreas, ampliando y revisando conocimientos.
Habrá por tanto zonas, por decirlo así, de mayor seguridad y consolidación, donde el conocimiento esté muy claro y donde las certidumbres sean muy nítidas. Y habrá otras zonas en las que la ciencia aporte aproximaciones provisionales, con mayores márgenes de incertidumbre o de certeza para aquello que estemos considerando.
La comunidad científica debe, por tanto, compartir esa información complementaria sobre el grado de certidumbre que se maneja. El cambio climático, por ejemplo, es un proceso sobre cuya constatación la ciencia nos puede proporcionar una certidumbre prácticamente total. No hay dudas sobre ello. Pero, cuando a partir de esa constatación, los científicos elaboran modelos predictivos más concretos, para prever cuál ha de ser la situación para una determinada variable o un determinado proceso en un determinado plazo, entonces hemos de aceptar un cierto margen de incertidumbre para las predicciones que el modelo ofrezca.
Actualmente los modelos que los científicos aplican para conocer las consecuencias del cambio climático ofrecen predicciones muy buenas y fiables para plazos de tiempo relativamente razonables, siempre, eso sí, con un margen de variación o incertidumbre. Si los plazos de tiempo para los que queremos plantear nuestro estudio son mayores, el abanico de esas incertidumbres, lógicamente, se abre. Eso no es algo en sí mismo negativo, ni entraña necesariamente un problema. Simplemente es algo que debemos tener en cuenta. Hay que considerar la mayor o menor variabilidad de los datos, o la mayor o menor incertidumbre de los modelos y los resultados, que en cada caso acompañan a la información científica que se nos proporcione.
¿Cuál es el papel de la ciencia en un determinado proceso social?
El rol de la ciencia para recabar información y tratar de entender el problema que queremos abordar es, pues, insustituible. Ahora bien, la ciencia nos aporta la información específica que necesitamos, pero no nos dice, ni debe decirnos, qué opinar.
Los científicos tienen una opinión que seguramente sea bueno escuchar, al igual que la de otros actores y sectores. Pero somos nosotros como ciudadanos quienes hemos de construir nuestra propia opinión.
Y tras la construcción de opinión está la toma de decisiones, ya sean individuales o colectivas, ya podamos tomarlas nosotros mismos o tengamos que reclamárselas a políticos y gobernantes. La ciudadanía debe asumir esa responsabilidad de tomar o pedir que se tomen las decisiones. La ciencia no debe tomarlas por nosotros.
La ciencia, en resumen, aporta conocimiento y, en esa medida, una ayuda extraordinaria, que nos permite encontrar respuestas a preguntas importantes. Pero las decisiones son de la ciudadanía.