Riesgos climáticos y adaptación al cambio climático en España

Francisco Doblas–Reyes es director del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) e investigador ICREA.

¿Qué sabemos a nivel científico sobre cuáles son los riesgos climáticos? ¿Qué sería necesario hacer para adaptarnos al cambio climático? Una de las conclusiones del 6º informe del Panel Intergubernamental Gubernamental sobre Cambio Climático fue que el cambio climático ya está ocurriendo en todas las regiones del planeta, y en cada una de forma diferente. También, que los cambios que estamos experimentando ahora van a aumentar con un mayor calentamiento, con lo cual los impactos serán mayores.

Estos impactos se manifiestan en términos de extremos, en este caso, de extremos cálidos de temperatura. Son las olas de calor que vemos habitualmente en la tele. Para hacernos una idea, podemos comparar la situación actual con la de finales del siglo XIX. En la actualidad, un evento de ola de calor que ocurría una vez cada diez años a finales del siglo XIX, ahora sucede unas tres veces en ese mismo periodo de tiempo. Esto se debe a que el calentamiento global es ya un grado superior al de finales del siglo XIX. ¿Qué ocurre si continuamos con el calentamiento? Si aumenta a dos grados, ese mismo evento ocurrirá más de cinco veces, una vez cada dos años: se vuelve mucho más frecuente. Pero, además, esos eventos son también más intensos. Es decir, las olas de calor ocurren más veces y además son más cálidas

¿Y si nos fijamos en eventos todavía más extremos? Aquellos eventos que ocurrían una vez cada 50 años a finales del siglo XIX, que una persona experimentaba como mucho una o dos veces en su vida. Con el calentamiento global, estos extremos se vuelven más frecuentes. Si nos vamos a un nivel de calentamiento de dos grados, estos eventos extremos ocurrirían 14 veces en 50 años, es decir, más de siete veces más de lo que experimentaban nuestros tatarabuelos. 

Olas de calor

Esto puede parecer trivial, pero no lo es. A finales del verano pasado, en la Columbia Británica se registró una ola de calor sin precedentes. Se trata de una región de temperaturas en verano relativamente suaves, aunque también se registran extremos de temperatura. Lo que ocurrió fue que en algunas zonas de Canadá se registraron temperaturas superiores a los 49 grados. 49 grados no se han registrado oficialmente en ningún sitio de Europa desde que se toman medidas de manera sistemática. Esta situación llevó a más de 600 muertes adicionales en esa región, a grandes áreas de bosque quemadas y grandes impactos en los ecosistemas y en los glaciares.

Cuando hablamos de olas de calor, normalmente en la prensa aparecen imágenes simpáticas, que dan la sensación de que hasta pueden ser agradables. En realidad lo que ocurre son cosas como lo que sucedió en Litton. Es un pueblo de la Columbia Británica que justo después de registrar la máxima temperatura que se ha registrado nunca en Canadá, ardió hasta los cimientos. El pueblo desapareció completamente.

Y no solo ocurren situaciones anecdóticas como puede ser que un pueblo desaparezca, sino que, a nivel humano, existen unos impactos que no son triviales. Por ejemplo, el aumento de la ansiedad en las poblaciones que se ven sometidas a este tipo de eventos. Este tipo de situaciones están ocurriendo con un nivel de calentamiento global de sólo 1,1 grados. Si consideramos calentamientos globales superiores a 1,5 o 2 grados, que es el nivel de calentamiento al que nos dirigimos si no ponemos en marcha medidas de mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, tales situaciones extremas sólo pueden ser más frecuentes e intensas. Lo relevante para nosotros es que este ejemplo se puede trasladar a nuestro entorno y algo parecido puede ocurrir en la península. 

Dos piezas musicales

Creo que una metáfora puede ser útil: el cambio climático son dos piezas musicales que han empezado a sonar simultáneamente. A una de esas piezas musicales ya estamos acostumbrados, la hemos oído muchas veces, pero cada vez suena más fuerte. Es aquella en la que los eventos extremos se producen con una mayor frecuencia, y sobre todo, con una mayor intensidad. Es una música que hemos experimentado, pero que cada vez suena más fuerte y con el tiempo se convierte en algo desagradable.

Superpuesta tenemos otra pieza musical, que es una pieza que no hemos escuchado y para la cual nuestro oído no está acostumbrado. Esa es la pieza musical que está asociada a fenómenos climáticos que nos llevan a situaciones completamente nuevas como, por ejemplo, al impacto del aumento del nivel del mar. El aumento del nivel del mar es un fenómeno que se ha desencadenado y que seguirá durante varios siglos o incluso milenios. Esa es una pieza musical completamente nueva para la que, en general, no estamos preparados.

Si cada una por sí misma puede resultar desagradable, la cacofonía que pueden generar las dos juntas es algo para lo que no tenemos ninguna experiencia. O, por lo menos, no estamos haciendo lo suficiente para preparar unos tapones para los oídos lo suficientemente buenos.

Impactos en Europa

¿Qué esperamos que ocurra en Europa a nivel de impactos? En el 6º informe del IPCC se determina que en el sur de Europa uno de los impactos más importantes es la escasez de agua, sobre todo si pasamos a niveles de calentamiento de 2 grados o incluso si llegamos a 3 grados. El impacto de la escasez de agua sería el doble del que experimentamos ahora, y tendríamos mucha menos tierra cultivable de la que tenemos en estos momentos. Hay que tener en cuenta que las pérdidas de cosechas por sequía han sido muy superiores últimamente, se han triplicado en los últimos 50 años.

Además, hay grandes diferencias regionales en Europa, hay una clara división entre el sur y el norte. En el norte de Europa y en las Islas Británicas los impactos, por ejemplo en inundaciones, en agricultura, sequías o el suministro energético, son bastante más suaves y de menor impacto económico de lo que se podría experimentar en el sur o en el centro sur de Europa. Ahí los impactos son en su mayoría negativos y conllevan pérdidas económicas anuales muy fuertes, de varias decenas de miles de millones de euros cada año. Es decir, que es un impacto que no ocurre una sola vez, como cuando una perturbación desaparece o se atenúa y se puede volver a la situación anterior, como puede ocurrir con el Covid. Estamos hablando de impactos que se repetirán año tras año a menos que nos adaptemos a ellos.

La Agencia Europea del Medio Ambiente y el Joint Research Centre determinan que el impacto sobre el bienestar en el conjunto de la Unión Europea puede representar una pérdida de más de un 1% del PIB cada año, y esto considerando solamente un conjunto limitado de sectores. Como ejemplo de la magnitud del problema, las pérdidas económicas directas asociadas a los eventos meteorológicos y climáticos en España han sido de más de 37.000 millones de euros desde 1980.

Cascada de riesgos

Para terminar me gustaría mencionar la idea de la cascada de riesgos. ¿Qué ocurre con aquellos sectores que no son directamente vulnerables al cambio climático, pero que sí son vulnerables a los efectos sistémicos que puede tener sobre otros sectores socioeconómicos? Uno de los mejores ejemplos es el del sector bancario. Está claro que tiene que haber unas acciones tempranas que requieren una inversión en despliegue de tecnologías en las cuales los bancos juegan un papel muy importante. También sabemos que, si no reducimos los riesgos climáticos, si no mitigamos la acción humana sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, y si no nos adaptamos a los cambios que están ocurriendo y que van a ocurrir en el futuro, los costes derivados para las empresas van a ser muy altos

Eso va a afectar a su solvencia, lo cual hace que aquellos bancos que estén posicionados en zonas de Europa, en los que haya unos sectores socioeconómicos especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, se verán particularmente afectados y su exposición aumentará. Es el caso en particular de Grecia, Chipre, Portugal, España y Malta, donde la industria y los distintos sectores socioeconómicos se encuentran bajo un alto riesgo físico asociado al cambio climático.

Tenemos que adaptarnos a estos cambios para evitar los impactos socioeconómicos, humanos y ecosistémicos del cambio climático. Para ello, uno de los aspectos que necesitamos mejorar, entre las muchas que necesitan atención, es la generación de información climática. La información climática es aquella información que nos permite saber cuáles son los riesgos a los que nos enfrentamos y cuáles son las vulnerabilidades asociadas a la adaptación que ya está teniendo lugar para abordar el problema del cambio climático. Por ejemplo, cambiar la producción energética a energías renovables hace que nuestra vulnerabilidad al cambio climático sea mayor, porque estas fuentes de energía son dependientes de la evolución del clima. Si hay un impacto del cambio climático en el viento o en la radiación solar, al intentar reducir las emisiones de gases de efecto invernadero nuestra vulnerabilidad se incrementa.

Este tipo de información no está disponible directamente. Necesitamos proveedores de esta información que sean fiables. En el Barcelona Supercomputing Center y en otros centros en España trabajamos para poder facilitar a las administraciones públicas y al sector privado el acceso a esta información, para ayudarles en la interpretación y permitirles que haya una capacidad de síntesis y un análisis de la relevancia de esta información en los sectores que son vulnerables al clima y al cambio climático.