Fernando Valladares, científico del CSIC y profesor de la URJC.
El día más cálido de los últimos once mil años podría ser hoy. En estos días, en estos meses, en este año, tenemos la temperatura promedio del planeta más cálida desde que comenzaron a retirarse los hielos.
Un artículo reciente de Jennifer Hertzberg muestra cómo al principio de esta nueva era geológica en la que estamos -el Holoceno- las temperaturas comenzaron a subir gradualmente debido a la retirada glaciar para luego ir manteniendo esa subida de temperaturas a causa de los gases de efecto invernadero.
Lo que más destaca el artículo es precisamente el abrupto repunte de las temperaturas en el último siglo, que es lo que conocemos como calentamiento antropogénico.
Nadie se propuso calentar la atmósfera, pero la verdad es que lo hemos hecho.
¿Cómo sabemos que somos los responsables del cambio climático?
Una de las formas más contundentes y claras para explicar la responsabilidad del ser humano en el cambio climático deriva de la observación de los modelos climáticos.
Desde hace ya años, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) viene mostrando en sus informes que cuando los modelos climáticos no incluyen los gases de efecto invernadero, es decir, los gases liberados por el ser humano, es imposible reproducir numéricamente lo que ya ha ocurrido.
Al observar los modelos que incluyen solo causas naturales como pueden ser las fluctuaciones en la actividad solar, pero no incluyen los gases de efecto invernadero, no se pueden explicar los cambios ocurridos en la segunda mitad del Siglo XX.
En los modelos en los que se combinan tanto las causas naturales como las humanas, se adquiere la mejor explicación a lo ocurrido. Y, sobre todo, para lo ocurrido en las últimas décadas, para lo que resulta imprescindible incluir lo que se conoce como el forzamiento radiactivo debido a los gases de efecto invernadero liberados por el ser humano. Solo incluyendo ese forzamiento radiactivo, los resultados del modelo tienen una explicación completa.
¿Cuáles son los gases de efecto invernadero y cómo de importantes son?
En términos de emisiones, el dióxido de carbono -CO2- es el principal gas de efecto invernadero. La mitad de las emisiones producidas se deben a este gas generado, sobre todo, por la quema de los combustibles fósiles o de biomasa.
Le sigue el gas metano con una responsabilidad de casi un 20 %, es decir, una quinta parte del total. El metano se produce en la agricultura, al remover suelos, en las profundidades de algunos lagos o en fermentaciones que no ocurren en presencia de oxígeno, por ejemplo.
También importantes, pero en un porcentaje menor, aparece la familia de los gases fluorados, una familia de moléculas utilizada en distintos procesos industriales que representan el 17 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los óxidos nitrosos o de nitrógeno, representan un 8 % y se producen en muchas atmósferas contaminadas de las ciudades y en la producción de fertilizantes.
El 6 % restante correspondería a otros gases de efecto invernadero con menor importancia en las emisiones dentro de los cuales hay algunos como el ozono. Cabe aclarar que, al igual que ocurre con el colesterol, hay un ozono bueno y uno malo. Hay un ozono necesario en las capas altas de la atmósfera, en la estratosfera, a 50 kilómetros, que nos protege de la radiación solar, sobre todo, de la radiación ultravioleta; y hay un ozono dañino que se encuentra en los primeros 10 kilómetros desde la superficie de la tierra y que perjudica la salud humana y el medio ambiente. Este ozono se genera muchas veces in situ por una serie de precursores en presencia de luz solar y de oxígeno.
¿Qué sectores tienen mayor responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero?
A nivel mundial, el sector que más emisiones anuales genera es el de la energía pues la electricidad y el calor corresponden a la cuarta parte del total de emisiones. A los sectores del transporte, la agricultura y la industria se le atribuyen en torno a un 14 % de emisiones cada uno. Algo más de un 12 % a los cambios de uso de la tierra, un 4.2 % a procesos industriales y un 3 % a la gestión de los residuos en la basura. El 4% restante correspondería a las emisiones fugitivas relacionadas con la gestión, manipulación y transporte de los combustibles fósiles.
Para el estudio de los sectores más contaminantes, la Unión Europea hace una simplificación de las emisiones por sector, calculando que el 77 % de las emisiones realizadas por la UE durante el año 2019 correspondieron al sector de la energía mientras que a la agricultura se le atribuyen un 10.55 %, a los procesos industriales un 9.1 % y a la gestión de los residuos un 3.3 %.
En diferentes gráficos sobre emisiones, en ocasiones, los valores no coinciden porque dependen de factores como la región del planeta que se estudia o de cómo se hagan los cálculos, pero aproximadamente todos coinciden en señalar los sectores de la energía, la agricultura, el transporte y algunos procesos industriales como los principales focos de emisiones de gases de efecto invernadero.
Resulta también importante analizar la concentración de estos gases de efecto invernadero y su contribución al calentamiento global. El principal gas de efecto invernadero es un gas muy natural y variable que no tiene nada que ver con las actividades humanas, el vapor de agua y las nubes. Su contribución al calentamiento oscila entre un 30 y un 70 % aproximadamente.
El siguiente gas que más contribuye al calentamiento es el dióxido de carbono, es principalmente de origen humano y sabemos que la combustión de combustibles fósiles está acelerando su concentración en la atmósfera, aunque hay también una parte que es de origen natural. Actualmente estamos por encima de las 400 partes por millón y contribuye entre un 9 y un 26 % al calentamiento total.
El metano no es muy abundante, son apenas 2 partes por millón, pero contribuye entre un 5 y un 10 % al calentamiento total. Y finalmente el ozono, que tampoco es muy abundante, pero contribuye entre un 3 y un 7 %.
¿Cómo se acumulan estos gases en la atmósfera?
A nivel temporal, todos ellos están aumentando su concentración en la atmósfera, sobre todo los que están relacionados con las actividades humanas. El dióxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y el metano no han parado de crecer en las últimas décadas.
Tras la entrada en vigor del protocolo de Kioto en 1987, se consiguió reducir la emisión de aquellos que más afectaban a la capa de ozono y hoy presentan una menor concentración en la atmósfera. Pero todavía hay otros compuestos que tienen flúor y que al no dañar tanto la capa de ozono no se encuentran regulados y están creciendo igual que otros gases de efecto invernadero.
En paralelo, y como consecuencia de estos gases, la temperatura media global del planeta no ha parado de crecer especialmente de forma muy importante a partir de la era industrial.
Hemos cambiado el clima de la tierra
Si tomamos como referencia la temperatura que había en el planeta en 1850, es decir, antes de la era industrial, el planeta se ha calentado 1.2 ºC. Si continuamos este ritmo de emisiones, en apenas una década o década y media, sobrepasaremos el aumento de temperatura por encima de 1.5 grados que la ciencia ha establecido como un límite peligroso asociado a un clima muy inestable que compromete la salud y el bienestar de muchos millones de personas.
Nadie se propuso calentar la atmósfera, pero lo hemos hecho.
Y lo hemos hecho a lo grande, porque 1.2 ºC de calentamiento promedio puede parecer poco, pero si lo expresamos en términos de energía, la alteración de la atmósfera, los mares y las capas de hielo ha sido tal que hemos almacenado en estas décadas la energía equivalente a 600.000 bombas atómicas como la de Hiroshima.